En 1836, transcurridos pocos años del inicio efectivo de la vida republicana, luego de una guerra devastadora y de la disolución definitiva de la unidad colombiana, es posible advertir cambios sustantivos en la sociedad venezolana. Aun cuando perviven las leyes antiguas y se evidencian las fortalezas del mandato moral de la cristiandad, no ocurre lo mismo o no permanece inmutable la presencia política, el control social, la omnipotencia y hegemonía exclusiva de los blancos criollos, de los mantuanos caraqueños, tal como se expresaba y sostenía a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Lo hemos afirmado en otras oportunidades.