Dios es asunto delicado de pensar; imagínate un huevo:
si apretamos con fuerza, se parte; si no
lo sostenemos bien, se cae.
Dicho del abuelo Celestiano, reinventando
un viejo proverbio macua.1
SOY FELIZ NADA MÁS QUE POR PEREZA. LA INFELICIDAD da una trabajera peor que enfermedad: hay que entrar en ella y salir de ella, alejar a los que nos quieren consolar, aceptar pésames por una porción del alma que ni llegó a fallecer.
—Levántese, señor de las perezas.
Es la orden de mi vecina, la mulata doña Luarmina. Yo respondo:
—¿Perezoso? Yo lo que ando es blanqueando las palmas de las manos.
—Palabrería