Y si es cruel es porque al decir «lo-que-es» dice también «lo-que-no-es» y, por lo tanto, señala a aquel que no tiene ni derechos ni deberes, que puede ser destruido sin tener mala conciencia. La mirada cruel es una mirada justificadora y legitimadora, es una mirada que tranquiliza comportamientos y acciones, es una mirada que le deja a uno dormir a pierna suelta. Extremadamente lógica, en la mirada cruel todo tiene y debe tener «razón-de-ser» o de «no-ser». Por eso, insisto, lo cruel no debe entenderse como una ausencia de significado, algo así como una especie de mal gratuito, absurdo, algo así como el «mal por el mal», sino como una lógica en la que el horror está plenamente justificado y calculado, en la que el horror es razonable, a veces invisible, anónimo, inconsciente, porque es un horror fruto de una gramática, una gramática heredada, interiorizada y asentada en nuestra vida cotidiana al modo de una especie de mundo dado por supuesto.