Anoche soñé que estaba en una pelea de box. No mirándola ocurrir, sino que estaba yo al centro de los puñetazos. Me metían un golpe brutal. Y dolía. Otro, y me tiraban al piso. Pero me paraba, rápido. Casi demasiado rápido. Y luego otro golpe. Y así, acababa en el suelo otra vez, y otra vez, y me volvía a levantar. Y así, muchas veces. ¡Aunque aguantaba, eh! Golpe tras golpe: suelo. Pero siempre de pie de nuevo. Golpe, golpe, golpe. Y entre cada uno, la esperanza de que cesarían. Esquivaba pocos, me tiraban muchas veces, pero siempre volvía a estar de pie. Las virtudes de la necedad son grandes. Sí aguanto, pensaba en el sueño. Pero pura defensa, ¿sabes? Puro aguante y uno que otro golpe esquivado. Y yo, sin lograr pegar. Y en eso no hay virtud.