Creo que podemos elegir practicar comportamientos que clarifiquen los límites, nos apetezca o no, y eso apoyará sin duda un incipiente sentido del yo. Pero tendremos que aceptar que durante un tiempo puede que no sepamos qué es lo que estamos protegiendo, qué hace que merezca la pena sentir la culpa, el miedo o la vergüenza que suele acompañar al “no”. De todos modos, podemos hacerlo.
¿Qué más se puede hacer? Es probable que sea necesario investigar los límites personales. Aquí es donde cambias parte de tu atención hacia el interior en lugar de siempre estar mirando solo hacia afuera, hacia los pensamientos, sentimientos y sensaciones que surgen cuando interactúas con los demás. De este modo, puedes empezar a notar lo que te hace sentir bien y lo que no, y lo que se siente cuando se ha cruzado un límite.