Cuando conocí a tu madre, sabía exactamente quién era ella. Todos lo sabían. Te lo he dicho antes, no hablé con ella primero, ella se me acercó. —Papa sonrió suavemente con el recuerdo—. No tenía nada que ofrecerle. Ni siquiera terminé la preparatoria y tu madre era la hija de La Culebra. Sin importar cuántas veces le dije que podía encontrar algo mejor; nunca se fue. Si a ella no le importaba que nunca seríamos ricos, entonces, ¿por qué debería alejarla? La amaba y ella me amaba, y cuando tienes amor, encuentras una manera de hacer que las cosas funcionen. —Presionó la botella contra mi rodilla de nuevo—. Tú puedes tener lo que quieras en el mundo. Cualquier cosa que hayas querido, que hayas trabajado por ello, y sé que sabes eso. “Puedo y lo haré,” ¿recuerdas