En lugar de castigo, necesitas enseñar, pues lo que se necesita es aprender. No hay culpa, no hay culpables, solo cometes errores y necesitas aprender a hacerlo mejor. Hay responsabilidad. Si tú eres responsable de tus actos y no culpable, tú puedes tomar conciencia de ellos y corregirlos si así lo consideras necesario; desde la culpa solo te puedes hacer pequeño/a, angustiarte y esperar tu “merecido” castigo.