Por esto me atraes, Elizabeth –respondió en voz baja–. Porque eres fuerte y a la vez sensible, fría y también apasionada. Tus contrastes me atrapan, tu verdadero ser me fascina. Cuando te quitas la máscara de chica perfecta y te relajas, eres divertida y simpática. Eres inteligente y compleja. Te dije que soy curioso, y siento que siempre tendré algo nuevo para descubrir en tu interior