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Álvaro Enrigue

Tu sueño imperios han sido

  • Rafael Ramoshas quotedyesterday
    El consejero que Abre las Lluvias de la Lengua y Administra los Cantos para que No Seamos como las Flores y las Abejas que Duran solo unos Días sonrió con una boca desdentada que era más bien triste, triste como para matarse
  • Rafael Ramoshas quotedyesterday
    Creo que exageraste mandando ejecutar en público a Xochi, dijo. Quién es Xochi, respondió Moctezuma sin incorporarse. La primita. Me desafió, le respondió el tlatoani, esas cosas se saben, parece que no hubieras vivido en palacio. Atotoxtli se cruzó de piernas. Sería más útil y padecería más si se la regalas a los caxtiltecas. Ay no, pobre, dijo el emperador.
  • Rafael Ramoshas quoted5 days ago
    Se desgranaron en el agua haciendo la bomba o la maroma para caer con estrépito. Jazmín pensó que lo que habían hecho en las islas no debería suceder en el Anáhuac, que aun si eran los suyos y se iban a ir defendiéndose los unos a los otros, imponerse a caballadas y ballestazos no era ni justo, ni bello, ni bueno –tal vez ni siquiera posible. También pensó que salpicaban de más para ser lo que él pensaba que ya eran: una bola de fantasmas.
  • Rafael Ramoshas quoted5 days ago
    Sacó solo la nariz a la superficie. Las flores flotantes bloqueando tubos de sombra como unos buques heridos, minusválidos, unas islas sin raíces que no prometían más que enfermedad.
  • Rafael Ramoshas quoted7 days ago
    Los festivales, con sus cabezas cortadas, sus cuerpos desmembrados y su chorreadera de sangre por la escalera del templo, eran asquerosos, pero también traían comilonas, música, bailes, ebriedad. Reunían familias y eran la única ocasión para que las hijas e hijos de los maceguales miembros de distintos calpullis se conocieran; sin festivales la sangre mexica se diluiría, produciría adefesios; eran un quiebre en el flujo de los días y una afirmación del orgullo de la gente. La calmaban y mantenían a los sacerdotes –siempre reacios y facilitos para la ofensa– cebados, drogados y en paz.
  • Rafael Ramoshas quoted7 days ago
    El cerro de la Estrella era el sitio donde se celebraba la fiesta del sol nuevo, y la presencia del enemigo en las laderas del monte implicaba que, llegado el momento, se podrían subir a la cumbre y el templo que la orlaba como para colgarse del astro y no dejarlo salir: forzar el ocaso del imperio.
  • Rafael Ramoshas quoted7 days ago
    ¿Dónde está Cuitláhuac?, preguntó Tlilpotonqui, recordando que tampoco había estado presente en el cortejo de Moctezuma, en el que debió ser el primer guerrero. Nadie le hizo caso: había demasiada agitación, demasiado nervio. Además de que, de un tiempo a la fecha, la gente que solía temblar si él pronunciaba su nombre le ponía menos atención, lo miraba con cierta condescendencia. Como si haber cumplido setenta años lo descalificara para ciertas cosas.
  • Rafael Ramoshas quoted7 days ago
    Durante las marchas de la victoria los guerreros enemigos capturados hacían el paseo mostrando tanto orgullo como podían –morir sacrificado garantizaba una buena calidad de otra vida–, pero con los huevos en la garganta: la de la piedra de los sacrificios no era una chulada de muerte y para llegar a ella a veces había que pasar veintenas en una jaula en el patio de la casa del guerrero que los había capturado. Miraban con los labios lívidos y los ojos dando saltos por voluntad propia a la multitud que ondeaba las banderitas y arrojaba flores, pensando que al final esa canalla iba a comprar en el mercado un filetito de su brazo o su lomo para comérselo en salsa de jitomate mágico sobre una tostada.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Si hay algo en lo que españoles y mexicanos siempre han estado de acuerdo es en que cualquiera sabe más del arte de gobernar que el gobierno.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Cortés, como transportado por la presencia de un emperador de verdad, de un personaje como de las novelas de caballerías que tanto disfrutaba, trató de abrazarlo.
    Los capitanes saltaron al unísono para matarlo. Uno, más joven, que luego les presentaron como general y nuero del emperador, llegó primero y le habría cortado la yugular de un mordisco si el alcalde, siempre un paso atrás de Moctezuma, no se hubiera interpuesto para llevar al capitán general de vuelta a su caballo y sugerirle con gestos que lo montara de nuevo. Antes de que lo hiciera, Moctezuma le dijo, a través de los traductores: Disculpa al general Cuauhtémoc, todavía es muy joven, así que es tan amante de las flores que a veces las corta demasiado rápido por la urgencia de olerlas. Cortés o no entendió o no se dio por aludido.
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