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Enrique Vila-Matas,Sylvia Molloy

[Escribir] París

  • Adal Cortezhas quoted3 days ago
    En 1917, Apollinaire se disponía a estrenar Las Tetas de Tiresias y, no sabiendo cómo adjetivar aquella obra de teatro, la calificó en el programa de mano de drama surrealista: «Cuando el hombre quiso imitar el andar, creó la rueda, que no se parece en nada a una pierna. Así hizo surrealismo sin saberlo».
  • Adal Cortezhas quoted3 days ago
    ¿Qué sabemos de von Horváth? Sus amigos de juventud siempre contaban que un día, paseando por los Alpes, se encontró de golpe con el esqueleto de alguien que llevaba muchos años fuera ya del mundo. Del muerto no quedaban más que unos huesos, pero a su lado había una bolsa intacta. Horváth la abrió y halló una tarjeta postal que decía: «Me lo estoy pasando bomba». Un día, los amigos de von Horváth le preguntaron qué había hecho con aquella postal. «Fui a correos y la mandé, ¿qué más podía hacer?», les dijo.
  • Adal Cortezhas quoted3 days ago
    Si algo no fue nunca Kafka fue profeta, pero sí tenía algo de espejo; él mismo le dijo a Gustav Janouch que se veía a veces como un espejo que se avanzaba: un espejo que tenía la capacidad, como algunos relojes, de adelantarse. No estoy hablando pues de virtudes proféticas, sino de un agudo sentido de la percepción, que es algo distinto y suele ser más habitual en los escritores que las profecías. Kafka fue seguramente el más perceptivo de los escritores del siglo pasado.
  • Adal Cortezhas quoted3 days ago
    Parece que Lobo Antunes volvió a recordar ese jardín del psiquiátrico de Lisboa en el que oyó una de las mejores frases de su vida, se la escuchó a un paciente que se le aproximó con aire misterioso y le dijo: «¿Sabe usted? El mundo ha comenzado a ser hecho por detrás...». Parece que en la biblioteca de Lesseps, el otro día, Lobo Antunes volvió a reflexionar sobre la frase y volvió a aplicarla a la escritura: «Así es la escritura. Cuando empiezas escribes por delante, hasta que comprendes que tienes que escribir por detrás, por el revés».
  • Cynthia Arvidehas quoted3 years ago
    Todo era novedad e incógnita: las butacas son numeradas o no, se le da propina a la acomodadora (que no acomodador) o no, venderán golosinas en el intervalo o no
  • Juan Eduardo Mateos Floreshas quoted3 years ago
    Pero estoy muy cansada después de tanta flânerie y tanto name dropping y me quedo sentada en la terraza del Old Navy, tomando un café y mirando pasar la gente. Al fin de cuentas también eso es París.
  • Juan Eduardo Mateos Floreshas quoted3 years ago
    la declaración iracunda de De Gaulle que al calificar la revuelta de chienlit mandó a toda Francia al diccionario;
  • Juan Eduardo Mateos Floreshas quoted3 years ago
    Me intrigó levemente la presencia de otra argentina en París, encore une, pero no pregunté más y durante bastante tiempo Carmen no me dijo nada acerca de ella. Otro día, al pasar, me dijo, volvió la vieja, parece que ha vivido en muchos países y cuenta que estuvo casada con un chileno, hace grabados bastante impresionantes, con formas monumentales, muchos caballos, no sé si me gustan. Vive perdiendo los anteojos, agregó Carmen, hoy nos contó que al no encontrarlos esta mañana se había maquillado a ciegas y que los chicos del barrio la seguían por la calle gritando Crayon! Crayon! Se llama Delia, agregó al pasar.

    Solo meses después caí en la cuenta de que era Delia del Carril, la primera mujer de Neruda, a quien llamaban La Hormiga. Pero para entonces la pintarrajeada Crayon Crayon ya no iba al taller y me quedé con las ganas de conocerla. Vi, sí, algunos de los caballos que había dejado atrás; me gustaron mucho.

    Posdata: Hace poco más de un año quise volver a ver el atelier de Hayter, recordar aquellos años, pero no reconocí el lugar. Me volvía hacia el hotel cuando en la esquina de la rue d’Assas y la rue Guynemer por casualidad levanté la vista y vi una placa que indicaba que allí, en 1896, entre no sé qué meses, Augusto Strindberg había pasado une phase décisive de sa vie. Me distraje de Hayter, preguntándome cuáles serían las fases no decisivas de la vida de Strindberg y, en general, de la de cualquiera de nosotros.
  • Juan Eduardo Mateos Floreshas quoted3 years ago
    ver a Jean Wahl en una clase de Octave Nadal sobre Verlaine, sentado en las gradas como un alumno más; ver a Claude Lefort discutir con Raymond Aron en el seminario de este último; oír una conferencia de Sartre en el gran anfiteatro de la Sorbona colmado a más no poder (y admirar el infaltable turbante de Simone de Beauvoir); ver a Le Corbusier dar una charla, ilustrando lo que decía con febriles garabatos en unos enormes papeles desplegados en un pizarrón, papeles sobre los que se precipitaron los asistentes no bien terminado el acto, para guardarlos como reliquias; estar presente cuando Etiemble echó del anfiteatro Richelieu a Robert Faurisson (pocos años más tarde vehemente negador del holocausto) quien había aparecido, sin invitación, para pelearlo por una crítica desfavorable; ver a los miembros de la Académie Française, con sus fracs verdes y sus bicornios, entre ellos Jean Cocteau. Iba a la Sorbona sobre todo para mirar; el aprendizaje literario lo hacía luego en mi habitación con los libros.
  • Juan José Martín Andréshas quoted4 years ago
    Donde, como decía Alfonso Reyes, la risa está siempre a punto de estallar y de pronto se resuelve en lágrimas
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