Carta a Truman Capote
¿Y quién supo ni sabe, viejo Truman Capote?
Ellos, ¿qué van a saber ellos?
Vozna tu carcajada desde el cielo
estridente y feroz, pequeño buitre
de rojo corazón.
Ellos le temen
a tu mirada azul, limpia, perversa
y perpendicular
como una guillotina sobre el cuello.
¿Qué pueden saber ellos
del olor de la ropa de esa chica
que cruza su domingo almidonado
en un pueblo del sur hecho de polvo?
¿Han oído tal vez
la voz del asesino rezar junto a la horca
con un murmullo suave como el roce de un ala?
¿Saben que a veces un hombre se muere
de madrugada, y renace al almuerzo
sólo para morir dos veces en la noche?
Tú sabes que no saben.
Desde tu nada oscura ahora lo sabes todo
y sonríes escéptico,
maligno y triste y tierno, viejo Truman Capote.