Funerales de hombres raros

¿Tan complicado es querer a alguien?

si la gente cree que el amor es lo que mantiene en órbita este planeta en decadencia, aquello que permite que aún no nos extingamos unos a otros, esa esperanza que logre que muchos no se apunten con el cañón de una pistola o se avienten a las vías del metro o se electrocuten en sus baños por más miserables y ofuscadas que sean sus vidas, entonces la gente es un asco, la gente apesta,

le decía que este planeta no era sino el basurero del universo y que morir joven sería lo mejor que me podría pasar

Estoy tan ebrio y drogado que no sé si Iván está pensando que yo soy el culpable del suicidio de Robin y que él piensa que yo sé lo que está pensando y disfruta con ello; aunque a pesar de tanta porquería en nuestros sesos telepáticos no es lo suficiente para tumbarnos por completo, seguimos despiertos, vivaces, inquietos, tristes.

Jaque mate en este maldito juego de las dos de la tarde, una combinación de ajedrez de frases incriminatorias y memorama de sucesos sentimentales.

Robin ha comenzado a arrojar escupitajos de sangre cada cinco o diez segundos y no puede mover ni un párpado y hace ruidos desagradables cada vez que escupe coágulos de sangre y se ahoga con su propio vómito y el poco aire que le queda lo usa para medio respirar y decirme: Ya no me pegues, por favor.

Y sigue contorsionándose. Y vomitando sangre.

huesos de su brazo truenan como ramas secas

Y quiero llorar porque apesto. Apesto porque estoy enamorado.

no puedo rehusar a abrazarlo tan fuerte como un globo de color pastel que está quedándose sin helio y si no lo retengo podría irse a la atmósfera y no volver jamás.

Quién sabe hasta cuándo dure mi helio con Iván.

Tampoco hay música y toda mi vida ha estado rodeada de melodías.

No hay música.