Los árboles caídos también son el bosque

Y la flor, abierta como una boca que grita. Muda de sentido en su belleza.

Las peleas cuerpo a cuerpo entre hombres tienen la capacidad de solucionar las cosas sin cambiar nada.

A los pueblos les gustan las peleas. Los chismes revolotean alrededor de ellas como los bichos alrededor de la luz y de la bosta.

“Las mujeres aman sus casas”, dice Belinda mientras caminan por el monte. “Mi mamá no”, dice Guille, arrastrando un palo. “Otras mujeres aman otras cosas”, dice Belinda entonces. “Mi mamá no”, dice Guillermina golpeando el camino con el palo. “Algunas mujeres no aman nada”, dice Belinda, intentando sonar convincente.

Cuando deja salir el humo no parece venir de sus pulmones sino de mucho más lejos, de un rincón profundo de su alma.
“

“Lo malo de los novios”, habían concluido ellas, “es que te dejan”.
Gui

Nada les da más risa que la muerte.

Su desnudez no exhibe partes, las partes que normalmente están cubiertas. La desnudez de Guillermina es como la de los árboles en otoño: lo que muestra es falta.

“Creen que las hojas son basura”.

Hay muchas cosas que no tienen nombre. Ciertos momentos del día, como aquel rojizo entre la tarde plena de luz y la noche, ciertos gestos, ciertos ritmos, algunas partes del cuerpo, algunos colores como verdes que no son ni agua ni musgo.