¡¿Por las dudas...?!

Corregir es un acto de equilibrio intelectual, de cultura, entre el hombre y los vocablos, donde no impera la superioridad de nadie, sino la certeza, la sensatez, la mesura, la conciencia de saber.

El corrector debe sentirse seducido por las palabras y reconocer que cada una tiene su espacio, su ambiente y, en él, sus significados, que permanecen, cambian y se multiplican, más allá de las frías acepciones lexicográficas.

Sabemos que, aunque se la conozca con ese nombre, el estilo, que identifica a cada autor, no debe corregirse, ya que el corrector no es coautor ni crítico, por ende, la obra que se le confía tampoco debe reescribirse o sobreescribirse

Los correctores debemos estar al tanto de las novedades de la Real Academia, debemos estudiar gramática, dudar de todo lo que leemos y consultar en libros especializados

Respecto de esto, una vez, una señora dijo convencida que, cuando escribía algo, colocaba una coma cada vez que respiraba, que su coma era respiratoria y que así, desde pequeña, iba defendiéndose de los escollos que le ponía la lengua. Muy fatigosa era su respiración, ya que sus escritos tenían más comas que palabras.

Solo somos una raza de primates en un planeta menor de una estrella ordinaria, pero podemos entender el universo

La lengua, como el león, puede domarse y amaestrarse, y salta por el aro de fuego, sí, pero se niega a que no se la tome en serio.

Alonso Zamora Vicente