Tras la muerte de su padre bajo un derrumbe en una mina de carbón, Toño junta restos de ropa y otros objetos del minero desaparecido, y sube al cementerio para enterrarlos allí a falta de un cuerpo que sepultar. A la asfixiante existencia de los mineros se contraponen, como escenarios del delirio cotidiano, el circo y el prostíbulo, todo frente al trasfondo asordinado de la represión durante la dictadura militar.