Este último año, más de 145 millones de pasajeros volaron en España a bordo de compañías aéreas etiquetadas como de bajo coste, lo que representó un 55% del total del tráfico aéreo en nuestro país. Esto da una idea de la popularidad que ha llegado a tener este modelo de negocio, lo que a priori debería llevar aparejado un buen conocimiento de los fundamentos en los que se basa.
Sin embargo, a pesar de que uno de cada dos pasajeros utilizan este tipo de compañías para sus desplazamientos aéreos, el modelo de negocio de bajo coste sigue siendo el gran desconocido para el público en general, pero también para muchos medios de comunicación y buena parte de la clase política.
Este desconocimiento da lugar a todo tipo ideas preconcebidas, erróneas, de cuáles son los pilares en los que se fundamenta. Es preciso desmontar muchos de los clichés que se han creado alrededor del mismo, explicando en detalle cómo es posible conseguir que un vuelo sea a veces incluso más barato que el taxi entre el aeropuerto y la ciudad de destino, y aun así obtener una rentabilidad razonable. Para ello, los costes bajos, aun siendo necesarios, no son condición suficiente para el éxito, ya que existe otro pilar fundamental que ha sido clave para la revolución que ha logrado hacer el transporte aéreo asequible para millones de consumidores.