Consecuente con mis incapacidades, me negué; pero ella, mes a mes, me hacía la misma petición. Le pregunté el motivo de su insistencia, pensando que respondería algo así como que los lectores estaban deseosos de oír mis brillantes conceptos sobre, o mis fantásticas opiniones en torno a. Pero no fue así; no recibí los halagos esperados, sino que la periodista se limitó a decirme: “Sabes, te insisto porque me pagan seiscientos pesos por entrevista y los necesito”. Ante tan contundente razón acepté,