Me sentía más feliz cuando podía agarrarme a algo en el presente —una porción de tiempo mayor que una tarea pequeña pero menor que un objetivo a cinco años—. Una actividad que pudiera planificar, que tuviera ganas de hacerla y que me hiciera sentir satisfecho cuando la terminara.
En otras palabras, tenía que asegurarme de que cada día tenía una prioridad.
Creemos que centrarse en estas actividades intermedias —en el espacio entre los objetivos y las tareas— es la clave para ralentizar, dar satisfacción a tu día a día y ayudarte a ganar tiempo