Lo que te apetece, por supuesto, es volver a casa y poder despedirte en la medida de lo posible. Sobran las palabras: basta con mirar por la ventana ese resplandor que crece y crece sin cesar. La Tierra, vista desde aquí, es como el cielo. Un paraíso, la Tierra, que fluye iridiscente. Un estallido de colores de esperanza. Cuando estamos en ese planeta, levantamos la vista y pensamos que el cielo está en otra parte, pero he aquí lo que astronautas y cosmonautas piensan a veces: quizá nosotros, que nacimos de ella, ya hayamos muerto y estemos en el más allá. Si es verdad que nos aguarda ir a un sitio inverosímil, esa esfera distante, vidriosa, con sus preciosos y solitarios espectáculos de luz bien podría ser el destino.