El sonido de unas voces muy lejanas que se reúnen en una misa coral, una nota sostenida y angelical que se abre camino entre el ruido de fondo. Piensas que terminará estallando en una canción, tal como surge el sonido coral, lleno de intención, y este planeta, bruñido como un abalorio, por un instante suena dulcísimo. Su luz es un coro. Su luz es el conjunto de un billón de cosas que se congregan y unifican por unos breves instantes antes de caer de nuevo en el revuelto y tintineante trompicar de un trance galáctico y ruidoso, de vientos de madera y bosques pluviales, el trance que emite un mundo salvaje y acompasado.