Esta herida llena de peces

Hace muchos años el río era de la gente del pueblo y de la selva, a todos nos daba de comer. Era piscina, baño, carretera. Era nuestro.

indígenas que no dejan de mirar al suelo. Los acaban de desplazar y sólo tienen sus pies.

Quizás lo único que he hecho todo este tiempo es prepararlo para que perdone a su madre. He sido el puente sobre el pantano que atravesarán juntos hasta llegar al río. Ya no me necesitan. Dentro de poco, madre y niño nadarán solos, sin mí.

El río Atrato es una mujer negra alimentando a sus hijos, ríos estrechos que le nacen y dan de comer a pueblos pequeños.

«Mamá es la que limpia oídos mientras le llueven palmadas de muchachito en la cara. Pero, cuando él crezca y agarre calle, no se acordará de lo que vos hiciste para que pudiera oír los pájaros».

Del amor le dije que era todo lo que se podía hacer con las manos y que es un apodo que la gente usa cuando se tiene mucha confianza y comparte almohada. Luego me lo llevé a comer helado.

Los hijos son más del río que de las madres.

Le doy una madre al niño todos los días. Se la entrego envuelta en los vestidos que me pongo para ir al mercado.

Volvemos al río: esta herida llena de peces.

Un presagio es algo pequeño, hondo, como el vacío en el vientre.