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Clara Ramas

El tiempo perdido

  • Tamara Sandovalhas quoted10 months ago
    Pensaremos el pasado desde lo perdido, y no viceversa. No es que hayamos perdido un pasado que una vez tuvimos y que por ello nos sintamos vacíos, sino que, como se argumentará, es más bien al contrario: nuestra existencia como seres humanos consiste constitutivamente en estar siempre perdidos, estar siempre en camino, siempre en una cierta falta, un cierto vacío; y por ello tenemos la tendencia permanente a mirar atrás y adelante en busca de certezas, que sin embargo nunca podrán devolvernos del todo a un ansiado estado de plenitud originaria, porque nunca lo tuvimos.
  • Jazug Zuletahas quoted8 months ago
    cartas de Proust; lo que los mejores —Barthes, Valéry, Benjamin, Deleuze, Wittig, Bataille, Beckett, Ernaux, Nussbaum o Carson—
  • Jean Borgeshas quoted13 days ago
    Esa es la lección definitiva de Proust sobre el amor, que hay que buscar respecto del tiempo recobrado y no respecto de las mujeres-hombres con las que aprende ese camino. Proust nos enseña, en fin, que las cosas que más amamos son la que ya hemos perdido; que amor y posesión son contrarios; que vivir y recordar son opuestos; que envejecer es aceptar con serenidad que todo se pierde siempre; que lo valioso en las cosas es el deseo y el amor que nosotros proyectamos sobre ellas; que los verdaderos paraísos son los que, como la infancia, no podemos traer al presente, los paraísos perdidos; que lo único que podemos recobrar es el tiempo perdido, recordarlo y, en el mejor de los casos, con alegre desapego, cuidado y serenidad, hacer justicia a lo que amamos y redescubrirlo cada día como si fuera la primera vez
  • Jean Borgeshas quoted13 days ago
    El tiempo es una herida de la que no se vuelve. No hay retorno
  • Jean Borgeshas quoted13 days ago
    Ante este presente líquido que se nos escapa, elegimos convertirnos en una suerte de Edipos modernos que quieren descifrar quiénes somos. No debemos mirar, paralizados, el pasado, sino no desfallecer, atravesar hasta el final el desierto del tiempo perdido para poder lograr, al final, solo al final, tras haberlo recorrido todo, llegar a un sitio: a donde ya estábamos, a donde empezamos. Aquí. Al mundo. Llegamos, por primera vez, a donde ya estábamos: pues podemos ver el mundo por primera vez. Esa es la mayor recompensa.
  • Jean Borgeshas quoted13 days ago
    Ante este presente líquido que se nos escapa, elegimos convertirnos en una suerte de Edipos modernos que quieren descifrar quiénes somos. No debemos mirar, paralizados, el pasado, sino no desfallecer, atravesar hasta el final el desierto del tiempo perdido para poder lograr, al final, solo al final, tras haberlo recorrido todo, llegar a un sitio: a donde ya estábamos, a donde empezamos. Aquí. Al mundo. Llegamos, por primera vez, a donde ya estábamos: pues podemos ver el mundo por primera vez.
  • Jean Borgeshas quoted13 days ago
    ¿Cuál es entonces nuestra tarea? La misma que Proust: contarnos a nosotros mismos, recuperar nuestro tiempo perdido, dar sentido a lo que nos pasa. La tarea que nos marca Proust es, nada menos, la de emprender la tarea de hacer justicia a lo que nos pasa, que no es sino comprender y poder contar lo que nos pasa. El problema de Proust es el de todos nosotros. Cómo encontrar el sentido de lo que nos pasa. El presente como tarea.
  • Jean Borgeshas quoted13 days ago
    Seguimos postrados ante la misma tarea que Proust: ser egiptólogos de nosotros mismos, descifrar nuestro presente
  • Jean Borgeshas quoted13 days ago
    Cuál es entonces nuestra tarea? La misma que Proust: contarnos a nosotros mismos, recuperar nuestro tiempo perdido, dar sentido a lo que nos pasa. La tarea que nos marca Proust es, nada menos, la de emprender la tarea de hacer justicia a lo que nos pasa, que no es sino comprender y poder contar lo que nos pasa. El problema de Proust es el de todos nosotros. Cómo encontrar el sentido de lo que nos pasa. El presente como tarea.
  • Jean Borgeshas quoted13 days ago
    Por ello, en fin, no hay excusas, no hay ocupación suficientemente importante —la guerra, los amores, el affaire Dreyfus, el 15M, la caída del capitalismo— que pueda dispensarnos de la tarea de autointerpretación a la que el arte nos conmina: descifrar nuestro jeroglífico, convertirnos en egiptólogos de nosotros mismos. «Y esto hace que el arte sea lo que hay de más real, la escuela más austera de la vida, y el verdadero Juicio Final»101.
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