Y sentí en mis entrañas el despojo muerto de Loba asesinada,
Y sentí en mis entrañas un hambre de otro tiempo,
En mis entrañas se debatía el cadáver de Loba por venganza,
En mis sesos de animal se alojó el delirio de las Indias
Y mi verga roja y chorreante se tensó en un mástil
De alabastro y carne, y sentí el ardor y el derrame,
Y aullé hacia adentro para mantenerme clandestino, oculto aún,
Y mis grupas y mi cuello crujieron dislocados,
Y mis costillas se ensancharon y mis fauces espejearon el paisaje,
Y me erguí como el falo santo en dos patas.
Entonces mi pelambre se erizó como el trueno
Y fulguró como las ascuas de los sacrificios rituales
Y aullé, aullé todas mis ganas que agrietaron la superficie
De la tierra recién parida, porque yo, Lobo,
Oriné el oro de mis entrañas tomando posesión
De la landa impúber que gimió niña bajo mi peso asesino.