La Benzedrina® no era nada más que sulfato de anfetamina y, como os podéis imaginar, no estaba exenta de riesgos. Las personas que la utilizaban se habituaban rápidamente a su efecto y necesitaban dosis progresivamente mayores. Además, pronto comenzó a utilizarse de manera recreativa o abusiva, especialmente entre estudiantes y artistas, quienes proclamaban sus virtudes como euforizante, antídoto de la depresión y la fatiga, estímulo de la inspiración, inteligencia y fuerza.
La Benzedrina® abrió el camino para el desarrollo y la utilización de otros estimulantes con menor potencial adictivo en el tratamiento del TDAH. Aunque en Europa ya no se usa en su forma original, los medicamentos derivados de la anfetamina siguen siendo la base del tratamiento del TDAH.
Metilfenidato: la revolución en el tratamiento del TDAH
En 1957, la FDA aprobó el metilfenidato de liberación inmediata con el nombre comercial de Ritalin® (Rubifén® en España) como tratamiento para la hiperactividad. Las ventajas principales del metilfenidato frente a la Benzedrina® son un perfil de efectos secundarios más favorable y un menor potencial de abuso o riesgo de adicción.