esa ocasión, en caso de que hubiera cometido un error, hubiera sido muy fácil solucionarlo. Hubiera tenido que dedicar más tiempo a hablar por teléfono con la compañía aseguradora, en lugar de estar haciendo algo más placentero, pero, la verdad, visto en perspectiva, no era una cosa tan grave.
No obstante, me di cuenta de que había algo más que despertaba mi preocupación. ¿Qué era? Pues que no importaba si el error era grande o pequeño, sino que, en algún lugar interno, sentía un gran miedo por cometer cualquier tipo de error. Era como si creyera que cometerlo me convertiría en una persona inaceptable. ¡Sería expulsado de la comunidad y me enviarían a tierras salvajes!