Cuando me mira sonriente, me doy cuenta de que ni siquiera recuerdo la última vez que me habló así. Durante los largos meses que siguieron a la muerte de Jake, la maternidad no fue para ella más que un sinónimo de pérdida. De ausencia. No solo porque echara de menos a Jake, sino porque había perdido la esperanza de volver a ser madre. Durante todo ese tiempo, solo podía hablar de nuestro hijo con dolor. Ahora, quizá ya es capaz de recuperar también el lado alegre.