De esta manera, a partir del principio de desconfianza sistemática se tiende a abrazar una actitud de hiperreflexividad que gira sobre sí misma. O, permítaseme el oxímoron: de reflexión ciega, por ejemplo, por no tomar en cuenta datos prerreflexivos como la confianza general en el mundo y sus objetos; así, se sucumbe a vértigos argumentales. En su polo opuesto, a partir de las actitudes de obstinación, frente a las rupturas de la confianza prerreflexiva aparecen consecuencias análogas: aferrarse a actitudes irreflexivas que cuando se intenta razonar o, mejor, racionalizar, también sucumben a vértigos argumentales.