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Deirdre Mask

  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    La detective de cartas más afamada fue Patti Lyle Collins, que podía descodificar casi mil direcciones al día. Collins había nacido en una familia adinerada y había viajado mucho, pero su marido falleció, dejando unos hijos pequeños y una viuda mayor. En la oficina de cartas muertas encontró la carrera profesional perfecta. Por lo visto, se sabía de memoria todos los códigos postales y las ciudades del país, además de nombres de calles, empresas, universidades, aserraderos, compañías mineras y otras instituciones privadas.[155] Incluso reconocía la caligrafía asociada a diferentes idiomas, lo que
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    hacía más fácil descubrir la dirección
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Era un trabajo ingrato. Nadie «sabe lo necios que son la mayoría de los seres humanos hasta que de
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    repente le cambian el nombre a su calle», escribió el Spectator en 1869. «Como si alterar los números no fuera lo bastante malo, si ya de por sí desaparece el nombre de la calle, todo el mundo pierde su identidad momentáneamente, los carteros viven una segunda infancia, los comerciantes envían todo al domicilio equivocado y tus primos protestan porque ya no pueden encontrarte
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Los nuevos nombres eran todavía más confusos porque la gente retiraba las placas y los libreros quemaban los planos de la ciudad para evitar que cayeran en manos de los alemanes en caso de invasión (y a la gente no le gustaba dar indicaciones a los forasteros; Jean Crossley escribió en sus memorias sobre la guerra que «si alguien le preguntaba por una dirección, creía que su deber patriótico era indicarle mal»).[165] Pero hubo que actualizar el callejero por completo después de la guerra: las bombas alemanas destruyeron muchas calles de Londres y borraron sus nombres del mapa.
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Doreen Massey, una brillante geógrafa inglesa, también lo percibió en los Docklands, un antiguo barrio de clase trabajadora que se ha gentrificado rápidamente. «Para muchos de los vecinos de siempre, los nombres de las calles evocan un pasado de clase obrera idealizado que gira en torno a los pubs, el fútbol, el trabajo duro y la comunidad —señala—. El uso actual de los nombres de las calles y la cuidadosa nomenclatura de los antiguos almacenes reconvertidos en
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    bloques de apartamentos es un intento de evocar una conexión con un pasado también idealizado, pero esta vez en una versión diferente».[179] Los precios de Bootmakers Court son demasiado elevados para los antiguos vecinos de clase obrera del este de Londres (los pisos de un dormitorio rondan las cuatrocientas mil libras), pero el nombre contribuye a que los londinenses adinerados establezcan una conexión romántica con el barrio, incluso si evoca una versión en la que nunca les habría interesado vivir
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Pero me hizo cambiar de opinión. «La gran iniciativa de numerar las casas —escribe Tantner— es característica del siglo XVIII. Sin asomo de ironía, la numeración de las casas puede considerarse una de las innovaciones más importantes de la Ilustración en un siglo obsesionado con el orden y la clasificación».[182] Los números de las casas no se inventaron para que te orientaras mejor por la ciudad o para recibir el correo, aunque cumplen muy bien ambas funciones. En realidad fueron diseñados para que fuera más fácil encarcelarnos, controlarnos y gravarnos. Los números de las casas no existen para ayudarte a encontrar el camino, sino para que el Gobierno pueda encontrarte.
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    editor, Marin Kreenfelt, decidió numerar las farolas y luego las puertas, primero de un lado de la calle y luego del otro, para elaborar un directorio de París.
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    En Estados Unidos, los británicos comenzaron a numerar Manhattan para tener localizados a los revolucionarios. Y en 1845, en una época en la que los niños todavía podían recoger moras en Madison Avenue, la numeración de Manhattan reflejaba, como refería un callejero de la ciudad, «un hermoso estado de confusión».[190] La ciudad no fue renumerada y oficialmente dividida entre calles Este y Oeste tomando de referencia la Quinta Avenida hasta 1838. E incluso después, muchos negocios tardaron en exhibir sus números
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