Si tuviera que enumerar las causas de mi soledad, clasificar sus elementos, me vería en la obligación de reconocer que, al menos en parte, mi soledad tenía que ver con la preocupación por el aspecto físico, por no ser lo bastante deseable, y en un plano todavía más profundo, eso se mezclaba con la conciencia creciente de que, además de que nunca era capaz de librarme to