Estuve aquí y me acordé de nosotros

en 1966, el Hospital Civil de Málaga amplió su pabellón psiquiátrico y abrió una sala que se llenó de gente joven con cuadros de estrés, que reportaban insomnio, mareo, vómitos: la mayor parte de pacientes eran trabajadores de la Costa del Sol. Por eso se llamó la «sala de los camareros»

La tensión principal estribaba en si lo que había que hacer era crecer sosteniblemente (si existía, de hecho, esa posibilidad) o, por el contrario, decrecer ya

explotados explotando una vez al año, la historia de siempre, dijo, «pero qué otra cosa voy a hacer, yo también necesito un descanso».

El turista (de clase trabajadora, de clase media) ha viajado tradicionalmente para convertirse en otra cosa, para olvidarse de lo que es, o para intentar descubrir de hecho quién es, siempre con resultados precarios.