Yo soy la naturaleza

La vida, desde luego, nunca se entiende del todo. Diría que la vida no tiene sentido, o tiene el sentido que le demos o estemos en disposición de recibir. El sentido de la vida consiste en encontrarle –asignarle– sentido a la vida. En un poema pasa algo similar: no es que no importe el sentido; el sentido importa tanto que se buscan distintos medios para ampliarlo, para multiplicarlo, para permitirle que sea fluctuante y contradictorio, para liberarlo de los prejuicios e intenciones de lectores y autores, para fomentar su existencia y su circulación incluso fuera del lenguaje.

Dan ganas de concluir que si la poesía no se entiende es, al menos en alguna medida, porque el tema de la poesía es siempre lo que no se entiende, más allá de los temas concretos o circunstanciales que puedan aparecer más o menos explícitamente en las obras. La poesía y el arte no surgen del espacio del que surgen otros discursos que buscan entender; surgen del espacio donde está lo que no se entiende.

No es que un poema no busque la comunicación, sino que propone un tipo de comunicación distinta. Para que podamos leer un poema como poema, aceptar la tensión que un poem

Roman Opalka estuvo desde 1965 hasta su muerte, en 2011, pintando una obra llamada 1965/ 1-∞ (Del uno al infinito), que consiste en escribir en blanco los números –1, 2, 3, etc.– sobre sucesivos lienzos y grabar su propia voz recitando cada número mientras lo pinta. Esta obra es por naturaleza inconclusa; evidentemente, Opalka no aspiraba a llegar al infinito (tras esos cuarenta y seis años de trabajo, logró llegar hasta el número 5.607.249).

El problema es que somos y estamos a punto de no ser», afirmó en una ocasión este artista, cuyo proyecto vital se le ocurrió, por lo visto, mientras esperaba a su mujer en una cafetería

Un poema breve puede ocultar un poema largo, y viceversa, y el trabajo del poeta a veces consiste en descubrir el poema que está oculto detrás de una serie de palabras y versos

Del mismo modo, en Full Fathom Five, un cuadro de 1947, Pollock adopta la práctica –que, como ya he comentado, tiene una larga tradición en el siglo XX– de incorporar al lienzo materiales procedentes del «mundo real» (llaves, cigarrillos, clavos, etc.), lo cual es una manera de trascender el marco, de actuar como si no estuviera, de imaginar que, a pesar de ser inevitable, no está.

­do que hubo algo y ya no está que ante la mera ausencia. La soledad se alimenta más del pasado que del presente.

La performance, una práctica artística

sola en la nieve

queda claro

que soy un reloj

cómo si no iba a orientarse

la eternidad

El arte consiste en mi acción de colocar esta actividad en un contexto artístico». Resulta evidente la deuda del arte conceptual con Marcel Duchamp, que cuarenta años antes había expuesto objetos de la vida cotidiana sin mayor transformación, y que podría haber afirmado que el arte consiste meramente en borrar los límites que separan el escenario del mundo, el poema de la vida o el museo de la calle. Su famosa Fuente, de 1917,