Cuando dejemos de juzgar en función de lo que hemos hecho y lo que no, podremos aceptar el día por lo que es: un lienzo en blanco. Es posible que no tengamos ni los mismos privilegios ni los mismos recursos ni las mismas horas disponibles al día que otras personas; es muy posible, por tanto, que nuestro lienzo no se parezca al suyo. Pero independientemente de cuáles sean las circunstancias de nuestra vida, a todos se nos entrega un día, y en él siempre habrá algo, por pequeño que sea, con lo que podamos experimentar.