Los tajos, las mutilaciones, son sin duda dolorosos pero está tan acostumbrada a las grietas, desde chica, que las imagina y aunque se las inflija deja de sentirlas. En cambio no se ve sin voz (como no se ve sin piel) y acaso el riesgo de esa imaginación sea su mayor amenaza: reconoce la salud, se aferra a ella, en términos de una entonación.