En suma: en vez de preguntar si nuestras modernas combinaciones, nuestras calles, comercios, tratos, leyes e instituciones concretas se adaptan al primero y permanente ideal de la vida humana saludable, y dado que nunca admiten como base de discusión esa saludable vida humana, ni la consideran, salvo (súbita y accidentalmente) en raras ocasiones, lo único que preguntan es si la vida humana saludable conviene a nuestras calles y comercio.