—Y esa langosta fue un punto decisivo —le decía—. Estableció cosas, o sea, creo que generó en mí movidas, como, por ejemplo: a mí el marisco no me gusta. Creo que tengo una conexión con el marisco. El marisco y yo… Es que es una relación de iguales, ¿cómo me voy a comer el marisco? Y, además, ¿qué es marisco? No sé, ponme una línea. Dime dónde empieza lo que es marisco y lo que no. Es que es muy difícil.